jueves, 21 de junio de 2012

México 2012: a 10 días de las elecciones presidenciales


Fernanda Hopenhaym*

Este es un período crucial para la joven vida democrática mexicana. Son las terceras elecciones presidenciales desde que, en el año 2000, ganara la alternancia luego de 70 años de gobiernos del Partido de la Revolución Institucional (PRI). 

Nos encontramos frente a un panorama complejo, con múltiples variables en juego difíciles de desentrañar hasta para los más finos analistas. De los cuatro candidatos presidenciales, tres representan las fuerzas políticas más grandes del país y uno (Gabriel Quadri de Nueva Alianza) se erige en nombre de un pequeño partido que tiene sin embargo por detrás un sector de gran relevancia por su capacidad de influir en la política mexicana, como es el sindicato de maestros encabezado por Elba Esther Gordillo. Por primera vez hay una mujer en la contienda, la representante del Partido Acción Nacional (PAN), actualmente en el gobierno, Josefina Vázquez Mota. Ésta se disputa el segundo lugar en las encuestas con Andrés Manuel López Obrador, abanderado de las izquierdas, quien fuera Jefe de Gobierno del Distrito Federal del 20o0 al 2005, cuando renunció al cargo para constituirse en candidato presidencial en las elecciones de 2006, cuyos resultados impugnó prolongadamente. Quien lleva la delantera según las encuestas es Enrique Peña Nieto, el candidato del PRI, ex gobernador del Estado de México y personaje polémico por su vinculación con algunos de los políticos más cuestionados del país.

¿Qué representa cada uno de ellos? 

De manera curiosa, Josefina Vázquez Mota, del partido oficialista y ex funcionaria tanto de la administración actual (como secretaria de Educación) como del gabinete anterior (como secretaria de Desarrollo Social), se presenta a sí misma como una opción distinta, portadora de cambios beneficiosos para el país, como si su partido no tuviera que ver con la situación que vive el México de hoy. Abunda asimismo en la utilización de su ser mujer y madre para ganar simpatías y mostrarse diferente. Siendo una economista preparada, con experiencia en el poder ejecutivo así como en el legislativo, no ha logrado avanzar en las encuestas. Se encuentra además en una situación muy particular respecto de sus correligionarios, cuando el ex presidente Vicente Fox (PAN, 2000-2006) apoya abiertamente al candidato del PRI y el actual presidente Felipe Calderón (PAN, 2000-2012) demostró en su momento una contundente preferencia por otro de los pre-candidatos dentro de la contienda interna de su partido. Es como si Josefina, como la llaman en todos los medios, estuviera dando pelea no solamente con los presidenciables sino también con sus colegas del Partido Acción Nacional.

Por su parte, Andrés Manuel López Obrador, el candidato de las izquierdas unidas bajo el lema de Movimiento Progresista (con el Partido de la Revolución Democrática-PRD como principal fuerza), ha sido un personaje que despierta pasiones encontradas. Luego de su derrota en 2006, de la que aún hoy se cuestiona en algunos sectores la existencia o no de fraude electoral, AMLO perdió popularidad entre muchos de los votantes, y hoy en día se encuentra segundo o tercero dependiendo de qué encuestadora se trate. Si bien cambió su discurso combativo por un lenguaje de reconciliación y se presenta a sí mismo como la única opción para lograr un cambio verdadero en el país, no ha logrado convencer a las masas. Se ha visto de alguna forma beneficiado por el movimiento #yosoy132, compuesto de estudiantes universitarios de todo el país, nacido en rechazo a la presencia del candidato del PRI en la Universidad Iberoamericana y a las posteriores acusaciones por parte de ese partido de que no se trataba de estudiantes genuinos sino de “acarreados” del PRD, y que exige la democratización de los medios y la difusión amplia de información para unas elecciones más transparentes. Sin embargo, quizás haya desaprovechado la oportunidad de montarse a ese caballo y cabalgar con los jóvenes hacia el triunfo el próximo 1 de julio. Parece que se ha perdido el impulso que lo acercó a Peña Nieto en algunas de las encuestas durante un par de semanas, a pesar de que ha presentado un potencial gabinete con algunos de los mejores talentos de México.

La historia de Peña Nieto es también particular. En su administración en el Estado de México los feminicidios y otras formas de violencia aumentaron, así como la pobreza extrema, y no obstante el PRI aplastó estrepitosamente a los otros partidos en las elecciones estatales ganando nuevamente la gubernatura. Se le ha visto cercano a ex líderes como Carlos Salinas de Gortari (sospechado de fraude electoral en 1988 donde ganó la presidencia de la República, entre otros delitos) y Arturo Montiel (ex gobernador del Estado de México y acusado de enriquecimiento ilícito y corrupción). ¿De dónde proviene su popularidad entonces, que lo coloca al frente de esta carrera electoral de manera tan contundente? Hay varias hipótesis. Por un lado, lo que algunos analistas han llamado “la trampa de la nostalgia”, que lleva a los electores a añorar los tiempos en que el PRI gobernaba el país dada la situación de violencia e inseguridad que experimentamos hoy, sin valorar otros aspectos negativos de las administraciones priistas, como la corrupción y el autoritarismo, por ejemplificar. Es además un hombre joven, ambicioso, casado con una actriz de telenovelas (cuya boda de cuento de hadas fue seguida de cerca por muchísimos mexicanos), que representa de alguna manera los intereses de la clase media aspiracional, que es bastante popular entre los sectores menos educados y que parece dar tranquilidad a quienes tienen mayores privilegios. 

Así las cosas, hay otros factores que complejizan aún más el panorama. La fiabilidad de las encuestas se ha puesto en cuestión ya que se han presentado resultados sumamente divergentes entre una y otra empresa encuestadora, lo cual ha hecho sospechar a más de uno de que se ven influenciadas por intereses políticos particulares. Al mismo tiempo, hemos sido testigos de dos debates oficiales organizados por el Instituto Federal Electoral que, si bien con algunas diferencias entre el primero y el segundo, tuvieron formatos rígidos que limitaron la capacidad de los candidatos de ahondar en sus propuestas y de realmente debatir entre sí. En muchas ocasiones se aprovechó los escasos minutos para descalificar a los otros contendientes. La transmisión del primer debate, además, fue voluntaria, lo que llevó a alguno de los medios con más alcance a optar por poner al aire otros programas. El segundo debate oficial fue transmitido en cadena nacional, en gran parte como consecuencia de la presión ejercida por los estudiantes del #yosoy132, quienes además organizaran en días recientes un debate no oficial al que asistieron todos los candidatos excepto Enrique Peña Nieto. Allí, el formato permitió mayor fluidez y la incorporación de preguntas específicas por parte de un importante número internautas, que fueran recogidas por los organizadores. Sin embargo ninguna televisora trasmitió este evento, la señal de internet se saturó por el gran interés despertado en el público, y solamente algunas estaciones de radio lo pusieron a disposición de sus escuchas. De cualquier forma fue un momento importante en la vida democrática del país siendo la primera vez que se concretó una iniciativa ciudadana de este tipo. 

¿Qué esperar el 1 de julio entonces? Si bien la tendencia ventajosa del candidato priista pareciera no tener marcha atrás, la contienda no está cerrada aún. Si consideramos los cuestionamientos a las encuestas y las proclamas de uno u otro candidato/a sobre sus avances, además de toda la complejidad del paisaje electoral, las posibilidades todavía están abiertas. Lo más importante será, como ciudadanos, vigilar que las elecciones sean limpias, salir a votar, y continuar apoyando las acciones que fortalezcan la joven democracia en México.


*Fernanda Hopenhaym es Licenciada en Sociología por la Universidad Católica del Uruguay. Egresada de la Maestría en Estudios Latinoamericanos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Investigadora y consultora.