martes, 6 de septiembre de 2011

La situación de las mujeres en el México actual: algunos datos fundamentales (parte 2)


Fernanda Hopenhaym


La primera entrega de este artículo analizó el estado de asuntos clave tales como la violencia contra las mujeres, incluyendo los feminicidios, la participación política y la feminización de la pobreza. En esta segunda y última parte nos centraremos en presentar datos acerca de otros tres temas fundamentales para comprender la situación de las mujeres en México actualmente: salud sexual y reproductiva, educación y mercado laboral.


Salud sexual y reproductiva

Algunos datos generales
Tasa de fertilidad nacional: 2.3
Tasa de mortalidad infantil (cada 1000 nacidos vivos): 19
Tasa de mortalidad materna (cada 100,000 nacidos vivos): 60

Interrupción del embarazo
En México, la interrupción del embarazo es legal en determinadas circunstancias. Sin embargo, si una mujer queda encinta y decide interrumpir su embarazo, se ve obligada a practicarse un aborto en la clandestinidad. Algunas pueden acudir a servicios higiénicos y seguros. La mayoría, sin embargo, pone en riesgo su salud y hasta su vida, porque carece de recursos para recibir atención adecuada.

El aborto no se considera delito o no se sanciona, cuando:
-      El embarazo es resultado de una violación
-      El aborto es provicado accidentalmente (o, como dice la ley, de manera “imprudencial” o por “conducta culposa”)
-      El embarazo pone en riesgo la vida de la mujer
-      El producto tiene malformaciones graves
-      De continuar con el embarazo se provocaría un grave daño a la salud de la mujer
-      El embarazo es producto de una inseminación artificial no consentida
-      La mujer vive en situación de pobreza y tiene al menos tres hijos
-      Se realiza dentro de las primeras 12 semanas de gestación

De estas ocho razones sólo la primera (por violación) es válida en todo el territorio nacional. Treinta estados contemplan el aborto imprudencial y veintinueve cuando el embarazo pone en riesgo la vida de la mujer. Así, la constante legislativa en nuestro país es no castigar el aborto por violación, imprudencial y por peligro de muerte de la mujer. El resto de las causas de aborto no punible varía de un estado a otro. Las leyes de aborto de la mayor parte del país datan de los años treinta del siglo XX, y sólo la mitad o una tercera parte han vuelto a revisarse desde entonces. Nuestras leyes se encuentran a la zaga de las del resto del mundo en esta materia, ya que actualmente 61% de la población mundial vive en países donde se permite el aborto por una amplia gama de razones, incluso por la sola voluntad de la mujer.

Actualmente, en México, sólo el Distrito Federal permite la interrupción voluntaria del embarazo sin restricciones hasta las 12 semanas de gestación, tras una decisión histórica de la Asamblea Legislativa, el 24 de abril de 2007. Entre esa fecha y el 6 de julio de 2010 se realizaron en el DF 42,873 interrupciones legales del embarazo (7.4% de las cuales fueron solicitadas por mujeres menores de edad). Por otra parte, 17 Estados han reformado su constitución entre 2008 y 2011 para proteger la vida desde la concepción/fecundación (Baja California, Campeche, Chiapas, Colima, Durango, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Nayarit, Oaxaca, Puebla, Querétaro, Quintana Roo, San Luis Potosí, Sonora, Tamaulipas, Yucatán).

Anticoncepción y anticoncepción de emergencia
Según una investigación del Centro Latinoamericano Salud y Mujer (CELSAM) realizada en 2010, en México 53% de las mujeres en edad fértil no emplea ningún método anticonceptivo. Mayoritariamente esto se debe a falta de información, falta de acceso, o a negativas por parte de su pareja.
Por otra parte, desde el 21 de enero del 2004, la anticoncepción de emergencia está incluida en la Norma Oficial Mexicana de Planificación Familiar. El 11 de julio de 2005 se incluyó en el cuadro básico de medicamentos de la Secretaría de Salud en decreto publicado en el Diario Oficial de la Federación. Esto significa que la anticoncepción de emergencia debería ser accesible en cualquier centro de salud.

Enfermedades de transmisión sexual (ETS)
Cerca de 30% de los mexicanos entre 18 y 30 años de edad han padecido alguna enfermedad de transmisión sexual. Diariamente son detectados y atendidos, cerca de 15% de pacientes con este diagnóstico. Las enfermedades con mayor número de infectados son la candidiasis, tricomoniasis, vulvovaginitis, sífilis, gonorrea y clamidia, de acuerdo con cifras del Instituto Mexicano de Seguridad Social (IMSS). De las infecciones de transmisión sexual, la que tiene más incidencia es la del Virus del Papiloma Humano (VPH), con una tasa de 23.3 casos por cada 100 mil habitantes en el país. La mayoría de las ETS afecta a hombres y mujeres por igual, pero en muchos casos los problemas de salud que provocan pueden ser más graves en las mujeres, en especial si están embarazadas.

VIH/SIDA
La prevalencia del VIH/SIDA en México, según datos de CENSIDA para 2009, es de 0,38% de la población. Si bien la incidencia es mayor en hombres que en mujeres (que representan 18% de los casos registrados a noviembre 2010 por CENSIDA), si se toman los llamados “grupos de riesgo”, las mujeres heterosexuales conforman el segundo grupo más vulnerable (con una estimación del 22% de los contagios por VIH) después de los hombres que tienen sexo con hombres (60%). Podría decirse entonces, que la incidencia sobre las mujeres en general ha ido en aumento y es muy significativa, lo cual necesitaría acciones focalizadas. 
Actualmente, autoridades de salud estiman una cobertura en el tratamiento con antirretrovirales del 95% de los pacientes con VIH/SIDA que conocen su status serológico.


La educación

En términos de la matrícula en los diversos niveles educativos, en los últimos años ésta se ha prácticamente equiparado entre hombres y mujeres, alcanzando como promedio una tasa de 51% de hombres y 49% de mujeres en la educación básica para 2008 (Datos del INEGI). En la educación media superior esta relación es de 48% de hombres y 52% de mujeres, mientras que en educación superior las cifras son de 49.7% para hombres y 50.3% para las mujeres.

Sin embargo, al avanzar en los niveles de posgrado, la participación de las mujeres disminuye, y si se analiza la composición del personal académico, el porcentaje de mujeres es mucho menor. Por ejemplo, el sistema nacional de investigadores (SNI) cuenta con 13 mil 485 personas dedicadas a la investigación, de éstos 9 mil 202 son hombres (68.2%) y 4 mil 283 son mujeres (31.8 por ciento). De las 6 áreas que conforman el SNI, la que cuenta con una menor diferencia de género es la de Humanidades, donde 48.5% son investigadoras. Por su parte, el área con una brecha mayor es la de Ingeniería, donde solamente 15.8% son investigadoras.

Los progresos en la incorporación de las mujeres al sistema educativo nacional, especialmente en los estudios medios y superiores, han sido paulatinamente favorables; sin embargo la preferencia de la población por ciertos niveles educativos, áreas de conocimiento y carreras aún reflejan estereotipos de género que impiden el acceso equitativo a determinados campos del conocimiento y la investigación.

En términos generales, al observar los niveles educativos en la población en general, siguen existiendo brechas entre hombres y mujeres. Para 2009, la diferencia más significativa se encontraba en los grupos de edad mayores a 45 años, donde la tasa de mujeres sin escolaridad es superior (alcanzan una diferencia porcentual de 7 puntos en el tramo de 75 años y más). En total, si se toman de manera agregada las personas con 15 años y más, 8.4% de mujeres no tienen escolaridad, frente a 6% de hombres en igual situación. 


El mercado laboral

En la última Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) realizada por el INEGI en 2009, se considera no solamente el trabajo remunerado destinado al mercado (conocido tradicionalmente como actividad económica) sino que se incorpora el trabajo no remunerado, principalmente aquel llevado a cabo en los hogares pero también el realizado en las áreas agropecuarias y de bienes y servicios en negocios familiares. De esta manera la incorporación de las mujeres a las cifras sobre ocupación y empleo se ha visto incrementada.

Los datos de la ENOE de 2009 reportan entonces que de los 78.7 millones de personas de 14 y más años, nueve de cada diez trabajan; proporción que equivale a 75.4 millones de personas, de las cuales 40.5 millones son mujeres (53.7%) y 34.9 millones son hombres (46.3%). La mayor presencia de las mujeres en el trabajo es resultado de la hegemonía que tienen en el trabajo no remunerado, además de su creciente inserción en el mercado. Esto muestra un avance en la participación de la mujer en el terreno laboral; avance que no ha sido en condiciones de igualdad, pues generalmente se incorporan en puestos de trabajo de menor jerarquía que los hombres y perciben una menor remuneración (incluso en los mismos puestos de trabajo). Además, las mujeres continúan siendo casi en exclusiva las responsables de las actividades de sus propios hogares, generalmente cubriendo una doble jornada de trabajo, la familiar y la laboral. Esto muestra que no se ha modificado de manera significativa la tradicional división sexual del trabajo imperante en nuestras sociedades. De hecho, para 2009 de los 41.4 millones de mujeres de 14 y más años que habitaban el país, 62.3% realizaron trabajo no remunerado, mientras que de los 37.3 millones de hombres en esas edades, 26.5% desempeñaron dicho trabajo.

Dentro del trabajo no remunerado, las áreas donde las mujeres representan una proporción mucho mayor son los quehaceres domésticos (75.9%) servicios gratuitos a la comunidad (64.5%), y el cuidado de niños, ancianos y enfermos (91.4%). Los hombres por su parte, participan más en tareas como mantenimiento de la vivienda y reparación de los bienes del hogar (82.4%) o autoconstrucción de la vivienda (80.7%).

Si se toma solamente el trabajo remunerado, para 2009 la ENOE reportó que 67% de los hombres realizaba algún tipo de labor remunerada, mientras que solamente 35.5% de las mujeres percibía ingresos por su trabajo.



A modo de cierre, simplemente vale la pena destacar lo que ya salta a la vista en base a los datos presentados: aún persisten importantes desigualdades entre hombres y mujeres en México. De igual modo, permanecen irresueltas algunas cuestiones que tocan particularmente a las mujeres, como la violencia de género y la grave situación respecto de los feminicidios. Los movimientos feministas y de mujeres en nuestro país continúan trabajando en pro de la igualdad y el disfrute pleno de los derechos por parte de las mujeres. Sin embargo, es también responsabilidad del Estado avanzar en estas cuestiones, que deben formar parte fundamental de los proyectos políticos que busquen mejorar la calidad de vida de todas y todos los mexicanos.



Bibliografía y fuentes

-    Centro Nacional para la Prevención y el Control del VIH/SIDA (CENSIDA): http://www.censida.salud.gob.mx/
-    Cacho, Lydia, El Estado de México: Feminicidios Ignorados, enero 2011, en http://www.lydiacacho.net/12-01-2011/el-estado-de-mexico-feminicidios-ignorados/
-    Elige, Red de Jóvenes por los Derechos Sexuales y Reproductivos: http://elige.net/
-    Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) 2006, Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
-    Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE): http://www.gire.org.mx/
-    Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES): http://www.inmujeres.gob.mx/
-    Monárrez Fragoso, Julia. Feminicidio sexual serial en Ciudad Juárez: 1993-2001, Debate Feminista, año 13, Vol. 25, abril 2002, México.
-     Mujeres y Hombres en México 2010, Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI)/ Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES).
-     Pobreza y género. Una aproximación a la forma diferencial en que afecta la pobreza a mujeres y hombres en México, 2010, Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES).


FERNANDA HOPENHAYM es socióloga, egresada de la Maestría en Estudios Latinoamericanos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Investigadora y activista feminista.
Este artículo fue publicado anteriormente por la Fundación Equidad y Progreso: http://www.fundacionequipo.org/